Los análisis clínicos son pruebas de laboratorio que se realizan con muestras biológicas (como sangre, orina, heces, saliva, entre otras) con el fin de obtener información sobre el estado de salud de una persona, diagnosticar enfermedades, evaluar el funcionamiento de órganos y sistemas, y supervisar la efectividad de los tratamientos. Estas pruebas incluyen estudios como hemogramas, perfiles bioquímicos, pruebas hormonales, análisis de infecciones y exámenes inmunológicos,
entre otros, y son esenciales para tomar decisiones médicas y hacer el seguimiento de diversas condiciones de salud.

Los análisis clínicos son una parte fundamental del proceso de atención médica y se basan en el estudio de diversas muestras biológicas en el laboratorio. Los resultados de estos exámenes permiten al especialista determinar si el paciente presenta algún trastorno o anormalidad. Además, los médicos los utilizan para monitorear el impacto de un tratamiento específico. Sin embargo, estas pruebas no son exclusivas de personas enfermas; las personas sanas también pueden realizarlas como parte de un chequeo rutinario para prevenir y detectar posibles problemas de salud.

Este tipo de pruebas ayuda a identificar a tiempo enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión o el cáncer, que al principio pueden no mostrar síntomas, lo
que permite intervenir y prevenir su progresión.